Lo que los gatos maullan...

miércoles, 4 de marzo de 2015

Besos fríos

Si cambiamos la forma, negaremos lo que somos.

¿Qué somos entonces?

¿Amigos? ¿Podemos decir que lo somos?

¿Qué es lo que miras cuando me ves?  Vienes a mí, te siento. Pero la verdad ya no siento nada. Ni de mí hacia ti, ni de ti hacia mi.

Besos fríos por el hielo. Besos fríos de corazón.

Besos por lo que me muero. Besos por los que vivo.

Y veo que nuestra relación es más compleja, no por lo que se sienta (que se siente muy bien) sino por el proceso de comunicación, un acuerdo silenciosamente establecido. Porque no importa cuantas veces lo hagamos, al final nos despedimos con un beso en la mejilla.

Pero no puedo evitar detenerme en algún punto. No me cuestiono si esta bien lo qué hacemos. Me carcome no saber si esta bien  cómo lo hago. Y el por qué lo haces tú.

¿Estás conmigo? ¿Piensas en alguien más? Te muestras enteramente y me hace pensar que ocultas algo.

Tenemos un acuerdo silencioso, un acuerdo establecido lentamente, que probamos y confirmamos, incluso modificamos. Se analizó con miradas, con cercanías y caricias. Se confirmó con besos y marcas.

Pero lo que más me molesta, es que realmente no me molesta. Que estoy conciente de lo que doy  y de lo que recibo, de lo que jamás será.

Sí, estoy bien con tus besos fríos, porque los disfruto, porque me mantienen con la temperatura adecuada. 0 grados lejos de ti.

Aunque si te confienso algo.  Ansio secretamente el día que nos despidamos sin desviar las miradas. El día que deje de conformarme y te tome entero o me vaya lejos.

Porque al final. Dos no hacen uno.