Lo que los gatos maullan...

domingo, 23 de febrero de 2014

La clase de persona que soy

Soy la clase de persona que hace que un pastel se derrita y explote, que hace que un flan quede verde y que la gelatina no cuaje. 

Lo veo como una metáfora de lo que soy, inestable, impredecible y que no acaba de enfriarse nunca. Las cosas dulces también son amargas, las cosas que siempre han sido así no tienen que seguir siéndolo, las cosas no tienen que ser como uno espera.



Del olvido y otros males

He regresado a la escuela, no recuerdo haber dicho esto antes así que lo diré ahora: sufro de TOC, Trastorno obsesivo compulsivo, para resumir solo soy una persona que se estresa mucho, que es ansiosa y que se desesperada, no soy peligrosa ni para mí misma.... Sí, así con decepción, siento que no causo ningún efecto, sobre nadie, ni sobre mi.

Por eso mismo este regreso a la facultad me costó mucho por alguna razón, por eso no he escrito, he estado muy estresada.

No sé porque, estos días me siento reemplazable, sola.


¿Cuando debemos dejar ir los sentimientos que quedan?
¿Cuándo debemos continuar? 

Nunca debimos detenernos

Sentimos que si no nos aferramos a ese sentimiento, todo se terminará...

y en realidad así será. 

Pero todo debe terminar (No siempre)


-Amor que no llegó
Amor que no es suficiente
Amor que no es amor
Amor que solo viento fue-


Uno no puede amar por dos corazones, pero antes de amar otro corazón debes amar el propio.

No debes aferrarte a un amor que no es. 

Es difícil pero uno debe saber cuando retirarse, no tengas miedo de perder los recuerdos, porque siempre habrá más, ¿tienes miedo de olvidar a alguien específicamente? Yo también, y me he aferrado durante mucho tiempo al recuerdo, pero él no hace lo mismo. 

Así que lo dejaré, si un día regresas y me reclamas por olvidarte yo podré reclamarte por irte, no más.

No te aferres, si mantienes tus manos ocupadas con viejos recuerdos, no podrás cargar los nuevos. Tampoco te preocupes tanto, hay cosas que no podrás olvidar nunca, para bien o para mal.



Olvidar al final de cuentas no es tan malo.