Lo que los gatos maullan...

miércoles, 15 de abril de 2015

Es muy temprano para morir

Lo que están a punto de leer me paso esta mañana. Es la primera vez que experimento algo así. Leease con discreción, con la discreción de una obsesiva que odia los círculos y ama las cuadrados.


Un ruido me despierta, abro los ojos en la media luz de mi cuarto, me levanto y apago el celular. Son las 3.03 am, vuelvo a dormir.

La alarma suena a las 5.30 am, pero no es hasta las 6.35 que me levanto. Se me había hecho tarde. Estaba lanzando los platanos para el licuado cuando veo a mi madre.

-Vete en un taxi, ¿qué no ves como esta la situación? Dijo mientras se sentaba- Te damos dinero para los taxis y sí no te alcanza, te damos más.
- Sí. Me iré en taxi. Contesto sin mirarla. Luego se levantó y se fue a su cuarto. Supongo que se entero de mi pequeña aventura de ayer en el camión. Llamo al taxi y me tomo el batido de un trago, casi vomito,¿para qué le hecho chocolate si ni sabor le tomo? 


Salí de la casa sin despedirme de mi madre. Tampoco me despedí de Siberia, mi perrita, solo la aventé sobre la cama sin mirar atrás. Subi al carro, el taxista a penas me respondió, se tallaba muchos los ojos y yo iba preocupada por la libreta que una compañera me había prestado. No puse atención en el camino que nunca es muy largo, de 5 a 10 minutos dependiendo del trafico, comencé a buscar mi cartera para pagar.

El taxi iba sobre el carril izquierdo de la carretera, junto a los carriles rápidos,  -¿Cuánto le voy a deber?-Pregunté mientras hurgaba la cartera, me reía mentalmente por esa expresión. -Treinta... treinta y cie... chsssss y un grito ahogado. 

¿Qué fue ese ruido? Me pregunte al alzar la vista, vi un carro color arena largo que no debía estar ahí, venía de la salida de los rápidos hacia nuestra carril y quedó atravesado.

Un volantazo desesperado me avienta contra la puerta de mi lado derecho. Cierro los ojos y me agazapo. Aguanto la respiración. Espero. Luego, silencio. Estoy respirando. 

Levanté la mirada aturdida por el golpe y en el retrovisor pude ver los ojos del chófer mirándome fijamente. Como retándome a decir algo fuera de lugar. Una risa forzada de mi parte le responde, mientras mi cuerpo sigue rígido. - Hay esos conductores tan inútiles. Ammm  35 pesos, sí, 35 pesos señorita.- Note un tono claro que no tenía esta mañana. Estaba a segundos de mi parada, así que baje aún sin asimilar lo que había pasado. Estaba temblando. Pero estaba más agradecida de bajar del carro.

Y un pie primero y luego el otro. Estoy tan nerviosa que no puedo pasar la credencial por los toniquetes de la entrada. Me abre la vigilancia. Camina. Respira. Voy repitiendo. Escaleras. -Cori, escucho gritar a Bren y alzo la mirada, Najat esta junto a ella. -Hola. Apenas pude articular. -Vamos a cafetería, me dijo con una sonrisa. -Voy a dejar mis cosas. Hablé ligeramente y pasé de largo al salón.
Al salir me siguen esperando en las escaleras.-Voy al locker. Pase de largo sin mirarlas. -Vamos a cafetería... -Sí, a penas y la deje terminar. Corro un poco. 

Veo a Fer y la abrazo. Lágrimas. Respira, respira profundo. -Esta bien Cori ya paso. Tranquila. Estas bien. Ella esta acostumbrada a mis momentos especiales. Alcanzo a Bren y a Najat en la cafetería, apenas puedo articular. -Estoy a dos de que me de un ataque,les digo entre pausas. Najat, me toma del brazo. Brevemente les cuento lo que acaba de pasar. Respira. Me siento como un robot descompuesto, muy pesado, no estoy coordinando ni pensando adecuadamente.


Regresamos al salón. Intento tomar nota pero mi mano tiembla demasiado. No puedo concentrarme en el tema. Miro el pizarrón blanco y me percato del dolor en mi cuerpo, nace del cuello y recorre mi brazo derecho hasta la cadera, las piernas están entumecidas. La adrenalina no es para mi. Me siento débil. Le mando un mensaje a Alex y a Gersa, las manos me tiemblan y no puedo ver claramente. 

Me detengo. ¿Qué mierda acaba de pasar?  Me levanto con un esfuerzo para salir del salón, Ciel Phantohive, escuche que dijo el profesor, pero ya estaba con un pie afuera. Como buena obsesiva compulsiva tengo mis rituales bien marcados y para calmarme necesito caminar en círculos voy a un salón vació y comienzo a divagar.

A la velocidad a la que íbamos, seguramente el impacto me habría dolido y mucho, además nunca uso cinturón de seguridad en el taxi, el golpe también pudo haber sido de costado si de casualidad un carro estuviera junto a nosotros.

Si hubiera muerto, el final habría sido absurdo: mi ultima comida fue un extraño batido que no saboree, mis últimas palabras ¿Cuánto le voy a deber? Mi última preocupación la libreta de una compañera... Y eso fue todo, gracias por venir a ver la obra. Si esa hubiera sido la historia de una obra, habría prendido fuego al teatro que la puso.


Hoy me quería poner una falda, pero decidí esperar a un mejor momento. Hoy iba a tomar el camión como todas las personas.  Hoy debí decirle a mi madre que ya iba de salida como todos los días, debí haber abrazado a Siberia antes de irme. Anoche apenas le dije hola a mi hermanos, ni siquiera recuerdo haberlos visto. Pase todo la tarde jugando en linea. No puedo morir odiando a mi padre.

 Algunas lagrimas brotan.

Pero eso de que ves la vida pasar frente a tus ojos es mentira. Te pones en blanco. Cierras los ojos y esperas. Luego cuando sigues vivo, es cuando piensas en lo que pudiste haber perdido, haber dejado atrás. Todo el amor que no alcanzaste. Pero todo pasa tan rápido que no te das cuenta de la secuencia.

Nunca asustes a una obsesiva compulsiva, la que mira todo en secuencia y en cadena, a la que solo se calma si cumple lo que quiere. Nunca la dejes a medias porque será peor, buscará finalizar las cosas. Pero aquí estoy en este salón a la mitad de la muerte y a la mitad de la vida. ¿Qué tan cerca estuve realmente del final? Y el final ahora solo puede ser la vida.

Regreso al salón. Intenté enfocarme con las fuerzas que apenas estaba recuperando. No puedo dejar de pensar en Casa de muñecas de Ibsen.  Anoté en mi diario nueve renglones que me costó mucho escribir. Cierra los ojos y esperas lo peor. Lo peor es la vida, sigues viva y con el sabor de un gran susto, eso es lo que acaba de pasar, después de todo, es muy temprano para morir.



Siempre tiene que haber cosas de las que no te arrepientas en tu día, no esperes mejores momentos, no andes con carreras. Vive cada día. Saborea tus segundos y recuerda mirar la cielo.

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