Lo que los gatos maullan...

lunes, 15 de diciembre de 2014

Noviembre

Ya sé que no había escrito en mucho tiempo, pero pasaron demasiadas cosas. 

Tampoco tenía muchas ganas ni tiempo, entre la escuela y la crisis existencial, muchas cosas han pasado en estos días.

Empecemos con la escuela, ya se terminó mi semestre y me fue bastante bien a pesar de que no hice mucho, me sorprende porque subí mi promedio.

En noviembre, el 27 para ser exactos, comencé terapias psicológicas por el divorcio de mis padres. Mi madre está preocupada de que tenga secuelas, pero por el momento no he hablado mucho de eso en las terapias pero ya veremos. 

Ese mismo día Los tres Mosqueteros, que como recordaran es como le llamo a mis amigos, vinieron a la casa, fue muy chistoso, estaban borrachos en el carro  mientras esperaban a que llegara. 

Ya venían entonados, uno de pronto de fue y solo quedaron dos. De esos dos uno se perdió en la casa hablando con mi madre y el que quedó cedió ante la tentación de quedarse. 

Uno de los mejores momentos que he compartido con él. No solemos hablar mucho pero aún con eso yo lo quiero mucho. Ya les he contado de cómo suelo ceder ante él. Esta vez no fue diferente. 

Cedí. 

Me sorprende como conozco una faceta diferente de ti cuando estas alcoholizado, como te desenvuelves y entonces veo el esfuerzo que haces todos los días para mantener una apariencia. No es que yo sea especial pero no te juzgo y jamas te cuestiono. 

Hablamos mucho, me abrazaste en tu pecho y me mordiste un poco. 

Pero esta vez paso algo extraño, ese último beso me supo a despedida. Me supo a final. Fue una experiencia llena de momentos agridulces.

Hubo partes que dolieron tanto que perdieron la dulzura, pero nunca deje de desear hasta el último momento que el momento se detuviera y nos dejara justo así.

Nosotros tenemos el tiempo juntos, nuestros insignificantes y valioso recuerdos, me aferro desesperadamente a esto. Nosotros tenemos algo que no compartes con nadie más: un anillo. Ese 22 de noviembre dejaron de ser dos para ser uno, uno para cada uno.  Un lazo irremisible. 

Pero muchas veces tengo la impresión de que no te importo, muchas más de las que siento tu amor.

Cuando te entregué tu regalo, y me abrazaste sentí tu amor. De una manera larga y pausada. A gritos y susurros. 

Amor, dijiste que me amabas, salió de ti, nadie te obligo, nadie lo esperaba. 

Luego de ti nace abrazarme, frente a todos, largo y entregado. Me sorprendió bastante que no pude asimilar lo que había pasado hasta después. 

A veces sí, a veces no.

Últimamente mis entradas solo son de ti y lo que me haces sentir. 


Porque es furioso y profundo.



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