Lo que los gatos maullan...

sábado, 17 de septiembre de 2016

Sobre la vida y el amor no correspondido

Hablando sobre vivir plenamente, ya les he contado sobre el amor. El amor que tengo ahora no es correspondido como me gustaría… y a estas alturas no sé siquiera si lo es de algún modo.

Y la verdad ante la idea del rechazo, me he estado mintiendo a mí misma sobre mis emociones, he dicho que no lo quiero de ese modo, pero me duele el pecho cuando sé que no me mira a mí, así que irremediablemente tuve que aceptar la verdad… y el rechazo.

Supongo que él se dio cuenta de que estaba mirando hacia otro lado.

Yo dije amor y él dijo amistad.


Entonces, con cosas muy sutiles para ayudarme a poner los pies en la tierra, y aunque dolió, cumplieron. Pero, el corazón no es tan fácil.

¿Cómo olvido el amor cuando convivo con el todos los días?

A él, lo miro siempre, y el amor se aferra más. No es la esperanza de que me quiera a mi algún día, no, esa ya murió, me queda claro que jamás seré lo que él quiere. Pero no importa cuánto duela, mi corazón se acelera cuando dice mi nombre, sonrió cuando alza su mano entre la multitud y me saluda, a mí.

¿Cómo hago para que su sonrisa no detenga el tiempo?
¿Cómo hago para no sobresaltarme cuando me toca?
¿Cómo hago para dejar de quererlo así?

Me di cuenta con el diario, que ya llevo una temporada así. Con la agonía de no ser yo y la felicidad al mismo tiempo de poder compartir algunos días con él.

Y aunque me di cuenta de que no tengo cabida en su vida, miro que me he aferrado tanto a él, que en la mía, por donde vea hay algo que nos une. Entonces, como dicen por ahí… Yo solo me eché la soga al cuello… y lo más triste es que aunque sea doloroso, me gusta pensar que hay algo que solo nosotros compartimos. Con nadie más, solo conmigo.


¿Eso me hace masoquista… o “algo es algo,  mejor que nada”?


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