Lo que los gatos maullan...

lunes, 3 de noviembre de 2014

30 de octubre: placer

Tentación. Pecado. Infierno.

Así es como te veo ahora.


¿Por qué me miras de esa manera? 


[En la que no puedo negarme.]


No es porque sea malo...
[Sino, que no puedo rechazarte.]




No es que busque más, es que sé, es solo un desliz de momento.

Mañana, seremos los mismos. Los que no se miran, y si lo hacen fingen que no ven nada.

Y eso en realidad no me molestaba... Hasta que me pregunté (tontamente y a manera de suicidio)


¿Me recuerdas? 


Te acercaste por mi espalda. -¿Te molesto? -Susurraste mientras terminabas con la distancia entre nuestros cuerpos-.

Tus manos rozándome, el calor que dejas mientras me recorres, me susurras al oído qué lo que hacemos esta bien, mientras me acercas a tu cuerpo cual prisión y de tus labios bebo una droga que me hace adicta a ti.

Al principio me resisto un poco, no porque no quiera tu cercanía, sino porque me intima lo bien que se siente, tú te presentas como un tentación que no debo probar, pero nos consumimos por completo en pecado. 


Me arrastras a un infierno, mientras me abrazas por la espalda y tus manos se pierden debajo de mi blusa, así como me arrastras a la habitación, así me llevas al infierno, a un infierno donde amo solo yo.

Y temo que al dejarme llevar por ti supondría el fin de lo que soy. De no poder buscar el paraíso, porque no lo necesito. Desvio la mirada de un Dios que me juzga y te miro directo a los ojos. Es lo único que necesito ahora, aunque mañana ya no tenga salvación.

Me tranquilizas diciendo que esta bien, que el mundo no nos ve, que estamos solos, tus manos no me dejan y tus palabras me atan. 

Tus labios me marcan.

Es demasiado para soportarlo... Quiero morir de una sobredosis tuya.

Soy débil ante ti porque te amo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Maúlla tú también. Maullemos todos juntos.