Lo que los gatos maullan...

martes, 7 de febrero de 2012

Dilemas gatunos...

Cuenta la leyenda que un día hacía mucho frío. Un grupo de erizos temblaban en busca de calor. Entonces al acercarse para darse calor mutuo, se lastimaban con las espinas de los demás. Inevitablemente se tenían que alejar, pero si se alejaban demasiado, sufrirían los estragos del viento. ¿Qué hicieron entonces? Encontraron la distancia correcta para no lastimarse, ni morir de frío.

La vida no es tan fácil, un gato no tiene espinas. 

Si un gato se hace amigo de un erizo, el erizo no tendrá que sufrir daño en la cercanía, pero el gato no tendrá la misma suerte, la cuestión no es que el gato soporte, sino que el erizo asimile que a pesar del daño, el gato quiere estar a su lado.

Pero el gato también tiene garras. Como esa rosa que tiene cuatro espinas, el gato también puede defenderse.

La vida es, sin más, solo es. Nosotros somos lo que podemos ser, nosotros no seremos porque nunca creíste en mi palabra, si no confías en mí, como persona, no hay futuro entre nosotros, no hay nada.

Cuando yo veo azul tú ves gris. 

Escribo porque te niegas a escuchar.

Escribo para que el viento no se lleve mis palabras, y cuando las necesites puedas sacarlas de ese cajón viejo.

Escribo que te amo. 

Y puedes hacer lo que quieras con este sentimiento, porque nació para ti y por ti. Puedes guardarlo para cuando te sientas sólo, puedes guardarlo y que se empolve. Puedes olvidarlo también. Puedes sustituirlo por otro amor. Lo que sea que hagas con él. Está bien. Yo te amo y te recuerdo, yo aún te siento. 

Eres al erizo al que amo, pero me he cansado de rogar que me dejes estar a tu lado, es mi sangre la que se derrama, y no me duele la cercanía, pero el frío se encargará de que la herida deje de sangrar.

Dolió saber que mi voz no llego, por eso escribo.

 Nuestros recuerdos están. Recuerdo y así  siempre será.

Lo de menos es estar en el laberinto. Lo malo es que el minotauro te acompaña.

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